¡NO TENGÁIS MIEDO, PORQUE OS TRAIGO UNA BUENA NOTICIA!
El anuncio del nacimiento de Jesús por el ángel a los pastores (Lc 2,10-14), precedido de ese grito de liberación -«¡No tengáis miedo!»-, se actualiza en nuestros días con un sentido nuevo. Temores, incertezas, esperanzas veladas, miedos que se cuelan en las conversaciones cotidianas, hacen de este grito un clamor común. La pandemia nos ha removido la vida en todos sus aspectos y nos condiciona de tal manera que nos sentimos muy necesitados, muy vulnerables, cansados y deseosos de anuncios como éste, llenos de fuerza y esperanza:
¡NO TENGÁIS MIEDO, OS TRAIGO UNA BUENA NOTICIA!
Son pocas las buenas noticas que recibimos de un tiempo a esta parte. Las últimas tienen que ver con la vacuna que nos ayudará a vencer definitivamente al Covid y nos llenan el alma de un sentir diferente, esperanzador y victorioso. Y sí, son buenas noticias. El ángel se nos presenta, nos llama a no tener miedo, a ser fuertes y creyentes, a ir y ver, a comprobar que efectivamente se trata de una buena noticia. Parece que Dios Niño nace este año con forma de suero poderoso capaz de vencer al peor de los males que nos acecha.
Ese Dios Niño llega para quedarse y habitar entre nosotros, para acompañarnos y compartir lo que somos, siempre presente y activo en nuestra historia. Nos hace parte suya y nos incluye en sus planes de futuro. Sin nosotros su acción tierna en el mundo sería innecesaria; sin Él nuestra vida carecería de un sentido último. Cada año con la fiesta de la Navidad renovamos esta relación especial entre Dios y nosotros. Él no falla a la cita y nos espera para convertirla en una gran celebración de la vida y recordarnos que cuenta con nosotros y que podemos contar con Él. No tengáis miedo, os traigo una buena noticia, soy yo que vengo para ponerme de vuestra parte, para acompañaros en vuestros empeños e iluminar vuestro camino.
En el enlace tenéis un canto que es una oración, un deseo que vence el miedo y se agarra a la esperanza, al deseo y lo mejor de cada uno de nosotros.
¡MARANATHÁ, VEN SEÑOR JESÚS!