PERO… ¿JESÚS HA RESUCITADO DE VERDAD?
¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN DEL SEÑOR!
Comentaba en clase con mis alumnos que uno tiene la sensación de que hablar de la resurrección de Jesús hoy en día es hablar de un fenómeno paranormal, de un suceso cristológico del pasado, de un mito religioso ya superado y sin trascendencia histórica. Para ellos es normal, ni se lo cuestionan. En un mundo en el que todo se mediatiza a través de los medios de comunicación y las redes sociales -de las que nuestros jóvenes y cada vez más niños, son usuarios habituales-, la Resurrección de Jesús no aparece como una «buena noticia», vamos, ni siquiera como una mera noticia, por lo que ante el gran público la resurrección no puede considerarse un hecho a tener en cuenta. Es una realidad que me entristece y me hace pensar.
Sin entrar en grandes disquisiciones escolásticas sobre el hecho histórico y teológico de la Resurrección, me gustaría detenerme un momento en la veracidad del hecho y su relevancia para la vida de las personas. Es cierto, el concepto «resurrección» es complicado de comprender, es poco accesible desde la razón humana -algo físicamente muerto es imposible que regrese físicamente a la vida- pero lo es porque tiene que ver con Dios mismo, que es igualmente incomprensible desde la lógica de los hombres. Quizás la clave se encuentra en el paso de un intento racional en vano por comprender la resurrección, el mensaje de Jesús en general, hacia una visión más vivencial, más desde el interior que nos aclare su significado.
La resurrección fue y sigue siendo un hecho histórico. En los relatos evangélicos Jesús se aparece y muestra signos de su autenticidad: es Él mismo, el crucificado el que está ante vosotros. Para sus amigos a quién se muestra, todo empieza a encajar, cada gesto que le vieron y cada palabra que le oyeron. Se les fue abriendo el corazón, como a los discípulos de Emaús, y lo que habían intentado comprender con la cabeza sin conseguirlo, pasó a ser una evidencia cuando lo metieron en su interior = corazón. Ahí estaba la certeza de que estaba vivo. En su experiencia interior de Jesús. Y la noticia voló. Se hizo «trending topic» del momento.
Y así seguía con la reflexión compartida con mis alumnos: Jesús sigue vivo, por la sencilla razón de que sigue siendo experiencia viva para muchos en el mundo, continua removiendo corazones y acompañando vidas. El que sea algo físico o metafísico es irrelevante para nosotros porque en realidad es algo que vive cada uno. Si Jesús se apareciera físicamente ahora ante cada uno de nosotros, ¿cuántos seríamos capaces de reconocerlo? No sé, creo que sólo aquellos que hemos querido conservar la experiencia de la resurrección dentro y no únicamente como un hecho anecdótico estaríamos técnicamente en una disposición mejor para reconocer al Resucitado.
El Resucitado es el Crucificado. El que había muerto es el que vive. ¡Qué mejor mensaje para nuestro mundo de hoy que éste lleno de Vida! Jesús sigue resucitando hoy, sin duda alguna, cuando alguien opta por el bien, cuando aparece el compromiso con los demás, cuando la palabra se hace gesto, cuando alguien grita justicia y se decide por el más débil, cuando una mirada alivia el sufrimiento, cuando la vida vence a la muerte en nuestros hospitales. Son las pruebas reales de la Resurrección. «¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo?» (Lc 24, 1-12).