CUARESMA, COMO OPORTUNIDAD

CUARESMA, COMO OPORTUNIDAD

La cuaresma se define tradicionalmente como el tiempo propicio de 40 días previos a la Pascua de Resurrección y que pretende ofrecer un espacio y un tiempo de reflexión, encuentro con el Señor camino de la cruz y un descubrimiento renovado de la experiencia de la Vida. Y así sigue siendo. Los lugares sagrados y sus símbolos adoptan los colores morados y oscuros grises propios de este tiempo; la austeridad es la pauta litúrgica por excelencia; las palabras conversión, sacrificio, camino de la cruz, esfuerzo, penitencia, esperanza, ceniza tienen un sentido más pleno durante estos días. Es una invitación constante a la transformación interior sin dejar de ver la sombra de la cruz, la de Jesús, la que nos adelanta la Vida, la Pascua. Así lo recuerda también el papa Francisco en su mensaje de cuaresma para este año.

En estos tiempos tan revueltos en prácticamente todos los ámbitos de nuestra vida, podemos tener la impresión equivocada de que vivimos en una cuaresma prolongada e impuesta, que nos aleja aparentemente del objetivo final de la Pascua antes que acercarnos a ella. Bastan unos minutos de cualquier noticiario de televisión, radio o internet para darnos cuanta de ello. ¿Quién es capaz de no abatirse, interiorizar, solidarizarse o sentirse mínimamente culpable, aunque sea sólo por un instante, después de escuchar y ver noticias sobre la actual e inhumana guerra en Ucrania, los datos de la pandemia aún golpeando lugares desconocidos o la muerte de una mujer más en nuestro país de manos de sus parejas? Sólo alguien carente de la más mínima humanidad sería capaz de ello. La cuaresma como camino de penitencia necesario para liberarnos y llegar a la Pascua está servido.

Y sí, la cuaresma es, en verdad, tiempo de todo lo descrito y también de más. Se transforma en una oportunidad si la enfocamos desde la óptica real de su significado. Es un camino, espiritual claro, hacia la Pascua. Largo o breve, depende. Cualquier gesto, esfuerzo, sacrificio o iniciativa personal en este sentido, sólo adquieren un verdadero valor si se hace con verdadero espíritu de conversión, de cambio, de mejora personal que contagie una mejora del entorno cercano, de Vida, de Pascua.

Y cada uno sabrá por dónde quiere, puede, debe comenzar. Por si estamos algo despistados aquí os dejamos unas ideas. La mejor quizás es la conocida de la carta de san Pablo a los cristianos de Galacia -Gálatas-, con aquel «no nos cansemos de hacer el bien» (Gal 6,9).

 

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